jueves, 11 de diciembre de 2014

MAnos Planchitas


Hay en tu alarmante belleza
una clara nota de distinción
que siempre me trae de cabeza
sin la menor explicación,
para pillarme indefenso
y por sorpresa
dibujando la frágil estructura
de un arrugado corazón.


Cada vez que cierro los ojos
me visita sin invitación
tu incombustible silueta,
es entonces...
cuando recorro tus aristas
y me siento malabarista
al descubrirte protagonista
del perpetuo imperio 

que preside mi deseo.

Donde reinas con benevolencia
y extiendes el algodón de tu voz
para brindarme tu indulgencia
rociándome con el agua bendita
que, pálida y serena, precipita
mi espontánea evaporación.


Mientras mi alma se da a la fuga
el calor de tus manos planchitas
va desdibujando las arrugas
recomponiendo la estructura
de mi agitada respiración
que flota ausente y resplandeciente
en el inagotable manantial 

de tu infinita dulzura.

Donde habitan 
las laboriosas luciérnagas
que se ocupan de restablecer
en cada nuevo amanecer
la caricia de tu sonrisa
que ya se ha hecho 

ama, dueña y señora 
por gobierno propio
de los estandartes 

de mi memoria.

Para disolver
sin el menor esfuerzo
los límites de esta fisonomía
que se rinde a la magia divina
del clamor de tu sedimento.

Que me recorre como un relámpago
para convertirse en luz y cimiento,
con el que bordar mis pupilas
en las lindes de tu cuerpo.


Y descubrir...
cómo tus labios letales
son capaces de robarme el aliento
para pillarme indefenso
y por sorpresa,
vertiendo el peso del sustento

del clamor de tus besos licuantes
por entre los cauces de mis sueños.


                                         
                                         José ángel