Extrañar...
como un
gato
en noche de luna
nueva
caminando por los
tejados,
descubriendo
en cada rincón, una nueva
huella
con el aroma de la
ausencia
restregándose con
fuerza
por cada uno de los
peldaños.
Indagar...
en la biblioteca de la
memoria
para ir podando nuestros
desengaños,
limpiar el
polvo
del mejor de nuestros
libros,
coincidir en la misma
página
en la misma
línea
donde nos
enamoramos,
para brindar por un nuevo
capítulo
despertando a tu
lado.
Celebrar...
que hay todo un
desierto
que está poblando sin
pausa
nuestro reloj de
arena,
que no hace falta darle
cuerda
para que siga dibujando
instantes
en las lindes de nuestros
párpados
que no es necesario ponerlo en
hora
para leer nuestros
deseos
y que se nos junten los
labios.
Descubrir...
que no nos
acabamos,
que somos
capaces
de inventarnos de
nuevo.
Que paseamos por la misma
orilla
juntos de la mano
a la sombra de los
álamos
y los
castaños,
aunque tú me pienses
allí
y yo te sueñe
acá.
Sentir...
que hay todo un
ejército
de luciérnagas
alumbrándonos,
que las libélulas revolotean al
alba
festejando tus
sonrisas;
y en la
mesa
un plato de
arándanos
quiere dar la
bienvenida
a estos
brazos
que están llenos de
vida,
que no
terminan
en mis
manos
ni tan siquiera en la
caricia
que se me
escurre
como un
relámpago
por entre mis
dedos
para posarse en tu
espalda,
ni en esa escrupulosa
ternura
con la que nos arrancamos los
miedos.
Hoy tengo tu sabor en mi boca
y puedo recorrer tu geometría a
tientas,
tan solo tengo que cerrar mis
ojos
para que aparezca tu
silueta.
Me basta con acabar este
poema
para aterrizar a tu
lado
fíjate, solo quedan tres
versos...porque a nuestro reloj de agua
no hace falta darle cuerda
somos dueños del océano.
Josíño © 2016
"Multiplicar los muelles no disminuye el mar"
Emily Dickinson