Hubiera sido una tarde como otra cualquiera
de no ser porque aquel autocar venía cargado de ella.
En aquella vieja estación de autobuses, la espera palidecía
envuelta en un otoño que iba amarilleando el momento
con las mejores intenciones.
Más tarde,
hubo otras esperas en diferentes estaciones,
pero ninguna fue comparable al resultado de aquella.
En la que unos ojos inundados por el entusiasmo,
le adivinaron entre una muchedumbre aséptica,
en un andén del recuerdo.
Ahora rememora aquel bajar atropellado del autobús
sin perderle de vista,
aquella alegría tan pura y elocuente.
Aquellos pequeños brazos
tan increíblemente abiertos.
Hubiera sido una tarde como otra cualquiera
si hoy él no comprendiera...
..que hubo un episodio de su existencia
en el que su vida tuvo un cierto sentido,
al ver llegar un autobús rebosante de sus latidos,
dibujados con el pulso amable de la dicha
en aquella inolvidable sonrisa.
josé ángel..)
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